Hola, de nuevo: La Negra, por acá. Hoy estaba caminando —algo que últimamente me funciona mucho para encontrar la inspiración y crear este espacio—, y pensé sobre cuál podría ser un tema interesante para escribir hoy.
Y pensando en esto, entre pasos y caminata, di con una idea o un concepto al que bauticé como “la zona de genio”. Entonces supe qué ya sabía sobre qué quería compartir hoy con ustedes: justamente sobre el impacto de esa zona de genio, a nivel personal pero también en el crecimiento de la audiencia de un podcast. Entonces, sí: se podría decir que hoy quiero hacer “moñona” y con una misma reflexión pegarle a los dos temas que más acogida suelen tener en mi newsletter.
Empecemos por lo básico: ¿qué es eso de la zona de genio? Con esas tres palabras nombré al aspecto en el que realmente brillamos en nuestro trabajo, ese lugar en el que cuando hacemos algo, lo hacemos de una forma única y es evidente que, a través de eso, realmente aportamos valor a un equipo o a nuestro contenido.
Analicemos, por ejemplo, mi caso: puede parecer ilógico, pero en mi día a día laboral hago muchas cosas que están fuera de mi zona de genio porque es muy común y fácil caer en esta situación. Sin embargo, es muy evidente en mi rutina cuándo estoy en esa zona de genio: cuando mis equipos o mis socios necesitan rebotar conmigo una idea, un posible formato o discutir sobre si lo que hicimos podría o no ser enganchador, ahí es cuando yo realmente brillo y soy, evidentemente, muy útil.
En medio de la semana pasada, volví a llenarme de tareas y pendientes, y, una vez más, mi lista de tareas creció más de lo que debería. A ese llamado de emergencia, que ha sido un problema recurrente en mí, contestaron mis socios... Por un lado, uno de ellos se ofreció a ayudarme a limpiar un poco mi to-do list para centrarnos en lo verdaderamente importante, mientras que Juanpa me dijo algo que, aunque dolió un poco, asumí que era totalmente cierto: siempre suelo encontrar la forma de volverme a llenar de tareas, algo que aunque parezca paradójico, a veces se transforma incluso en una zona de confort.
Con su retroalimentación interiorizada, dediqué un buen rato la semana pasada, sin distracciones, a entender qué podría delegar, qué proyectos eran valiosos, pero no me necesitaban en el día a día, y en qué lugares podría explorar mucho mejor mi zona de genio.
De alguna manera, esa redistribución de cargas me llevó también a reorganizar los equipos y las tareas e incluso a entender hacía dónde podría crecer mi equipo…. Toda esa tarea, que no se hace tan fácil ni tan rápido como se lee, fluyó con mucha más facilidad cuando realmente aclaré en dónde yo aporto más valor y en dónde, aunque pueda hacer las cosas, no soy indispensable.
Alejarnos de esa zona de genio, que muchas veces olvidamos, es alejarnos de tener un mayor impacto y, en casos como el mío, de las demás personas… El resultado de estar haciendo cosas fuera de mi zona de genio es terminar sola, en una cueva súper abrumadora, llena de tareas que al final del día nublan la perspectiva sobre mis objetivos y lo que realmente tengo que hacer para llegar a ellos.
Por otro lado, llevando más allá esta idea de la “zona de genio”, descubrí que también es un concepto muy útil para el mundo del podcast: necesitamos entender mucho mejor en dónde somos buenos y brillamos naturalmente para, al identificar esos lugares, potencializarlos cada vez más.
Es muy común que ante la urgencia de tener más audiencia, busquemos soluciones mágicas en blogs, en YouTube o en alguna otra fuente. Y aunque muchas de esas respuestas virtuales sirven, lo que no sirve tanto es poner referentes ajenos en el centro de la mesa para imitarlos como si fuera una fórmula matemática infalible porque cualquier camino, cualquier referente, necesita ser adaptado a nuestra zona de genio, necesita que nosotros seamos el corazón de esa propuesta.
Por ejemplo, mi equipo admira profundamente al podcast Se regalan dudas, y muchas veces me han propuesto que hagamos más microcontenidos como el de ellas para nuestras redes. O, en otras ocasiones, me muestran referentes de podcast en YouTube con dos host súper carismáticos conversando tranquilamente en un estudio muy instagrameable. Muchas veces, esto me había hecho pensar y tratar de entender cómo o qué podríamos tomar de ahí, y también muchas veces me llevó a sentirme frustrada por no lograr verme así por más que lo quisiera.
Con el tiempo entendí que detrás de esas sensaciones e ideas, había un pero enorme: cualquier referente —para crecer un podcast, para hacerte más productivo, para tener más impacto o para desarrollarte más como persona— necesita una mirada muy íntima y personal, que identifique si esa propuesta es válida y funcional para nuestra situación. De vuelta a los referentes de mi equipo, resultó que descubrí que, a pesar de admirar esos contenidos, tienen características que no son tan replicables en el tipo de contenidos que nosotros producimos.
Simplemente imitar lo que admiramos es desconocer cuál es nuestra zona de genio y, por ende, cuáles son nuestras debilidades. De hecho, identificar nuestra zona de genio es un ejercicio muy valioso porque. al mismo tiempo, permite entender fortalezas y debilidades.
Necesitamos trabajar muy duro en identificar esa zona de genio porque de no hacerlo terminaremos disparando a muchos lugares que nos agobian, nos llenan de tareas, tienen un bajo impacto y no nos permiten brillar. Siempre hay referentes, libros, ideas, pero si no alimentamos la claridad interior de nuestros contenidos y de nosotros mismos, esas soluciones se quedan cortas para nosotros como personas, como creadores de contenido y como líderes encabezando a nuestros equipos a un lado concreto.
Un abrazo,
La Negra
Por acá les comparto mis recomendados de la semana:
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